miércoles, 28 de febrero de 2007

RECUERDO DEL SAGRADO CORAZON

Que recuerdos tan entrañables me trae el Sagrado Corazón. Hace dos cursos fuí a la primera reunión como madre, de mi colegio y para sorpresa mía nos sentaron en éste sitio donde se respira una paz que sólo disfrutan los que pasan por allí cada día. Nos presentaron, Marijosé, Luisa y Marisa éste proyecto educativo que tan bien conocía y nos mostraron las aulas, que por supuesto tampoco eran desconocidas, en concreto en la de mi hija sólo faltaba que estuviese Mariajosé dando clase para volver la vista atrás 30 maravillosos años.
Al sentarme en el Sagrado Corazón no pude contener la emoción, allí mirando la pista de abajo desde la ventana, el piano...todo en su sitio. La verdad es que entre los recuerdos de éste cole que me ha dado todo como persona y ser humano, tengo especial cariño a ésta estancia. Ese lugar que parece que no tiene ninguna utilidad y sin embargo para los que hemos estado en el colegio está lleno de vida. Cuando atravesábamos el túnel para ir a clase todo era bullicio, gritos, risas y encima había algo de eco, pero al llegar al Sagrado Corazón enmudecíamos ante el respeto que ese espacio imponía, una simple estancia con su piano. Ese espacio es el corazón del cole, de él surgen todas las arterías que van uniendo el colegio. Allí se daba la clase de música y aprendimos canciones al ritmo del pandero como "la polilla come lana de la noche a la mañana, come lana de color con cuchillo y tenedor". Se hacían los ensayos para los bailes de las fiestas (Santa Juana, Niña María, Día Infantil de Cantabria, familias en Liérganes...).
Pero lo que más impresionaba era cuando teníamos que esperar para entrar en la Iglesia, todas iguales, con el uniforme, colocadas por cursos, nadie era más que nadie, bien peinadas y bien lavadas.
Cuántas veces nos habremos tirado en ese suelo para hacer carteles para los pregones y actuaciones, la paloma de la Paz que está al principio de las escaleras donde la capilla, también se hizo en el Sagrado Corazón.
Sólo invito, si por una remotísima casualidad se cerrase el colegio, a los fantasmas de los que hablaba Gustavo a instalarse en ésta sala, es la más tranquila para pasar toda la eternidad.

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