domingo, 25 de febrero de 2007

CARTA DE UNA MADRE A OTRA MADRE

CARTA A SANTA JUANA DE LESTONAC
Querida madre:
Corren tiempos difíciles para tus hijos e hijas de tu familia de Santander. Madre no sé si al cielo llegarán los medios de comunicación, pero supongo que estarás al corriente de nuestra situación. Te habrás enterado por nuestras oraciones, nuestras lágrimas, nuestras angustias, nuestros miedos, nuestro sufrimiento, nuestras dudas y nuestra fé y esperanza. Cuanto siento madre que te hagamos llorar, cuanto siento que tengas que ver ésta situación tan dura y dificil, a tus años. Hay madre que poca cosa somos los hombres cuando se nos habla de calidad de vida, sociedad del bienestar, el rico cada vez más rico...y claro madre que más dá poner precio a un colegio; ¿cuánto vale la vida de un niño, cuánto vale su educación, cuánto valen su fé, su inocencia?, ¿qué precio le ponemos? No hay nadie en éste mundo capaz de pagar todo eso, y madre si no lo sabe, ha venido alguien a tasarlo, ¿se lo puede creer?, yo no.
Te llamo madre, porque yo soy hija de éste proyecto educativo que tan bien creaste. Aquí empecé a tener fé, a creer, a rezar, el colegio Cía María fué el complemento educativo en todos los sentidos, a la educación que mis padres habían elegido para nosotros y el que yo he elegido para mis hijos. Como madre que soy me encuentro como la Virgen María, con un puñal atravesándole el corazón, por eso querida madre ilumina todos nuestros pasos y danos la fuerza necesaria para seguir luchando y defendiendo tu proyecto educativo, que en definitiva esa era tu voluntad.
Tú que cuando iniciaste éste camino hace 400 años tuviste que luchar contra muchas adversidades, muéstranos a todos la forma de romper muros, romper las barreras. Vela desde el cielo por todos tus hijos, antiguos, actuales y futuros que formamos ésta gran familia, para que éste proyecto educativo siga funcionando.
Te pido como hija que no nos abandones, que luches a nuestro lado con la oración, que es el mejor arma que tenéis los santos.
Madre, que no se apague esa llama que llevabas en el corazón, para que todos aquellos que ahora están en el colegio mantengan esa llama y se la puedan transmitir a sus hijos; mi hija ya está en el colegio recibiendo esa herencia estupenda que nos dejaste.
Madre creyente, madre educadora, don para la Iglesia, santa en el cielo, junto con la Virgen María reza por tus hijos, defiéndenos con la misma fuerza que nos defendiste hace 400 años.
Nuestra historia, nuestros recuerdos, los de nuestros abuelos, los de nuestros hijos, que estén siempre presentes.
Estoy triste madre, pero tengo fé, esperanza, dudo, tengo miedo, pero estando contigo todo cambia.
Un saludo de una de tus muchos hijos de tu casa de Santander.

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